El cuerpo humano comprende una mezcla de células de mamíferos y microbianas, siendo estas últimas casi diez veces superiores a las primeras. El repertorio genético microbiano es aproximadamente 100 veces más abundante que el del huésped humano. Más allá de las bacterias, el microbioma comensal humano consta de virus, arqueas, hongos y otras especies eucariotas. Los microbios comensales habitan en todas las superficies de la barrera mucosa, y el tracto gastrointestinal (GI) distal reside en la población más abundante. El microbioma comensal es fisiológicamente beneficioso para el huésped humano, pero los componentes de la microbiota perturbados o un entorno mucoso alterado podrían provocar una patología inmunitaria y una inflamación sistémica que afecte a la salud humana. La disbiosis del microbioma contribuye al desarrollo de enteritis, neumonía y cáncer.

El cáncer es una amenaza para la salud humana en todo el mundo debido a las altas tasas de morbilidad y mortalidad. Todas las células cancerosas se caracterizan por características comunes, que incluyen transformación, crecimiento sin restricciones y progresión. Se han identificado varios factores que contribuyen al inicio y la progresión del cáncer, incluidas mutaciones genéticas, respuestas inmunitarias suprimidas y un microambiente tumoral complejo (TME). Ahora se reconocen las funciones tumorigénicas e inmunomoduladoras de los microbiomas anormales. La existencia del microbioma en los sitios tumorales ha sido ampliamente validada y aceptada, y sus efectos sobre la oncogénesis y progresión han sido ampliamente estudiados. También se ha propuesto la interacción entre el microbioma comensal y la eficacia del tratamiento clínico. La íntima interconexión entre el cáncer y la microbiota se documentó ya en 1550 a. C., cuando los tumores se trataban con incisiones y cataplasmas. Sin embargo, los primeros intentos de aplicar la microbiota al tratamiento del cáncer fracasaron. Una base mecánica limitada podría explicar esto, ya que la tecnología que podía detectar una baja biomasa de microbiomas estaba restringida. La investigación actual sobre la microbiota y el cáncer está respaldada por métodos y tecnologías como la inmunohistoquímica, la PCR cuantitativa, la inmunofluorescencia, la hibridación fluorescente in situ, la microscopía electrónica y la secuenciación del ARNr 16S.

La contribución de la microbiota intestinal en el inicio, la progresión y la resistencia a los medicamentos del cáncer se ha investigado exhaustivamente. La microbiota intestinal puede afectar las respuestas a los agentes quimioterapéuticos e inmunoterapéuticos al modular su eficacia o toxicidad Las intervenciones terapéuticas para modular la composición de la microbiota para mejorar la eficacia de la inmunoterapia en modelos de ratones han sido prometedoras. Los esfuerzos posteriores también han traducido los hallazgos preclínicos en pruebas clínicas en etapas tempranas con resultados alentadores. Además de la microbiota intestinal, la existencia y la importancia funcional de la microbiota intratumoral en el cáncer siguen siendo polémicas. Esta revisión resume las funciones de la microbiota intratumoral en el microambiente tumoral, las respuestas a las terapias y las posibles estrategias que podrían facilitar mejores resultados del tratamiento del cáncer.

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